Artículo de opinión publicado originalmente en Gaceta Médica

A menudo es más sencillo formular un deseo que describir la realidad: el deseo es la eliminación de la hepatitis C en España antes de 2021 de acuerdo con las recomendaciones de la OMS, pero ¿cuál es la realidad de la hepatitis C en nuestro país?, ¿cómo estamos de lejos o de cerca de que se cumpla ese deseo?

La realidad es que España está en una situación muy favorable para conseguir ese objetivo. Es un hecho que cerca de 80.000 pacientes han recibido ya el tratamiento para la hepatitis C con los nuevos antivirales de acción directa (AADs), y también lo es que Gobierno y Comunidades Autónomas han aprobado la extensión del tratamiento a todos los pacientes independientemente de la gravedad de la enfermedad.

Avanzamos, y lo hemos hecho deprisa, pero no podemos ignorar que aún nos queda un importante camino por delante. En primer lugar, debemos concretar las condiciones de la extensión del tratamiento a todos los pacientes con hepatitis C. De hacerse efectiva, el avance será indudable, pero se precisa mayor concreción y garantías de aplicación homogénea en todo el territorio español.

En segundo lugar, debemos ser conscientes de que la extensión del tratamiento es una condición necesaria pero no suficiente para conseguir la deseada eliminación de la hepatitis C. Junto a la universalización del tratamiento, es necesario avanzar en el ámbito del cribado, combatiendo el infradiagnóstico de las personas que están infectadas por el virus de la hepatitis C (VHC) y no lo saben, porcentajes que pueden alcanzar el 35-50% de la población infectada. Para ello, resulta especialmente importante poner en marcha planes de eliminación de la hepatitis C en instituciones penitenciarias y en pacientes con adicciones, donde se concentra la población con mayor prevalencia de la enfermedad.

De la misma forma, es necesario implantar el denominado diagnóstico en un único paso y promover su realización en todos los centros sanitarios. Actualmente, los médicos de Atención Primaria no pueden hacer el diagnóstico de infección activa por VHC y deben remitir a los pacientes al especialista con el consiguiente retraso en el acceso al tratamiento. Esta estrategia es ineficiente, y modificarla redundaría en una optimización de los indicadores de atención y de los recursos de nuestro sistema público de salud.

Eliminar la hepatitis C en España es a la vez un deseo y un objetivo. La realidad no dista mucho del deseo, pero quedan áreas de mejora. Y conviene recordarlo con motivo de la celebración del Día Mundial de las Hepatitis Víricas. Estamos haciendo bien las cosas, pero hay que rematarlas.

Dr. Javier García-Samaniego
Coordinador de AEHVE
Jefe de la Sección de Hepatología del Hospital Carlos III de Madrid